Qué joven y qué guapa, es una lástima... ¿Por qué parece dar más pena una persona que muere guapa, que otra que lo no es? Ni la juventud, ni la hermosura son atenuantes cuando llega hora de rendir cuentas en el cambio de dimensión.
Frases hechas que son agravio comparativo, como si la parca hiciera distingos. Cuando llega la hora de jugar la partida de ajedrez con la muerte, el encapuchado de la guadaña sólo busca adversario, sin hacer cribas por el físico, sabedor de que siempre él dará el jaque mate.
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