La guerra no conoce de lógicas. Misiles que caen fuera del tiesto y se llevan por delante a gente inocente. A más gente todavía. Los inocentes no conocen de conflictos, ni de territorios, sólo saben que su única culpa es la mala suerte: haber estado en el sitio equivocado en el momento equivocado.
Azar; cuesta creer que algo así esté escrito en alguna parte. La muerte tan dura e incomprensible, es además caprichosa. No siempre juega una partida de ajedrez contigo, como en El Séptimo Sello.
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