Días de viandas en forma de cuchara. Tiempo desapacible fuera que invita a caldos calientes y legumbres saludables. Contundencia para paliar los efectos del frío, frente a la ligereza de las comidas de cuando hace bueno.
Recuerdos de infancia de poca afectación a los platos de puchero. Lo que de crío era un suplicio, ahora es una súplica; lo que antes era un castigo, ahora es una delicia al paladar. Quién me ha visto y quién me ve.
Pocos platos más caseros. Era casi patrimonio de comer en la intimidad de casa, en familia y en abundancia; ahora es un plato propio de cocina de autor. Comida para pobres a precio de esquisitez.
Cocido en todas sus variantes, con sopa de inicio o como colofón de la ingesta. Siempre de vuelta cuando llegan los fríos.
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