Wochenende. fin de semana tal y como se dice en alemán, primero del mes de otoño, sin la calidez de temperaturas altas en lo climatológico, pero con calentura de los ánimos y las pasiones en lo político.
Es el punto y final de la era Merkel. La todo poderosa primera ministra alemana, deja la politica, después de dieciseis años, desde que en noviembre de 2005. ocupara la cancillería alemana en sustitución de Gerhard Schoröder. Tres lustros de liderazgo que culminan con Alemamia en una posición rutundamente dominante en la Europa post Brexit.
Su formación, la conservadora CDU-CSU, queda huérfana de liderazgo, navegando a la deriva camino de unas elecciones, que tienen visos de dar carpetazo a los gobiernos de los democristianos alemanes, sin la figura de la química de Hamburgo. Como ya ocurriera en el periodo post Kohl, el partido que resultará vencedor en los próximos comicios estatales, va a obtener la cancillería, más por la sensación de orfandad que deja la líder saliente, que por los méritos del candidato entrante. Y como si de un sistema turnista se tratase, la nueva Alemania resultante el 27 de Septiembre tendrá color rojo socialdemócrata, como resultas de ese cambio de testigo.
Quizá para los amantes de las sorpresas y los giros imprevistos, la conducta electoral del alemán medio, sea un tanto decepcionante, por previsible y carente de altisonancias. Quizá sea el precio que tengan que pagar por vivir en un país estable, rico, y en muchas cosas, consecuente.
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