Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 7 de septiembre de 2021

Violencia de grupo

 Tienen trabajo los psicólogos en particular y los sociólogos en general, para tratar de entender determinados comportamientos, definidos siempre por su ascendente violento, enfocado a determinados sectores, a los que no sólo se maltrata, sino que además, con ello trata de mandarse un mensaje a la sociedad.

 Menas, comandos independentistas, latinos, skin reds, skin heads, ultras deportivos... La variedad se amplifica por momentos y se mezcla, pues independientemente de la motivación, que a veces puede ser mixta, tiene como denominador común mostrarse de igual modo a la hora de reivindicar sus acciones.

 El fenómeno de violencia de grupos o pandillero vive un resurgimiento evidente, en grupos reducidos, como si se tratase de comandos urbanos, rodean a su presa en zonas muy concretas, asestando al infeliz una paliza de dimensiones brutales, que lleva en algunos casos a consecuencias fatales. Hay un peligro evidente de que estás prácticas puedan llegar a generalizarse. Cuidado.

 La última ha tenido por víctima a un chaval cuyo error ha sido ser sospechoso de ser gay, y como si de una película se tratase, ( a muchos nos ha venido a la cabeza la escena de Malditos Bastardos de Tarantino), ha sido apalizado y acuchillado, dejándole como recuerdo grabada a punta de navaja la palabra maricón en el culo.

 Desgraciadamente estos comportamientos no han terminado por extirparse nunca de nuestras ciudades, aunque ahora tienen mayor divulgación y eco gracias a internet y a las redes sociales. Una bicoca para muchos que se enorgullecen de sus hazañas al saberse protagonistas de portadas y comentarios en red. 

 Dejemos que la policía haga su trabajo, y persiga con contundencia a estas pandillas callejeras, que bajo consignas políticas o de otro calibre, siembran el miedo. Y confiemos en que el sentido común, ayude no sólo a detener y castigar a los culpables, sino a conducir el debate público en unos parámetros que no empleen estos hechos como medio para sacar tajada. Si todos los actos violentos son condenables o perseguibles, es de esperar de nuestros políticos que los condenen todos, sin dar eco sólo a unos por interés o conveniencia, obviando el resto.

 

 

 

 

 

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