Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 16 de septiembre de 2021

Simone Biles

 Tiene 24 años. Mide 1,42 y pesa 47 kilos.

 Una pluma. Chiquitita y minúscula. De apariencia frágil, aunque en realidad atesora un físico cincelado y muscoloso que es pura potencia. Una máquina engrasada para competir y ganar.

 Debería haber sido portada de la prensa deportiva, y regresado de Japón como la nueva diosa del olimpo deportivo estadounidense. Sin embargo ha sido noticia porque no ha sido capaz de resistir la presión, renunciando a competir en varias pruebas, en las que era favorita, (en todas, de hecho), para obtener el oro. 

 Además de todo eso, en estos días Simone comparece ante el Senado de su país, que investiga los posibles abusos cometidos sobre las menores, por un médico del equipo de gimnasia femenino. Un proceso que es un juicio de facto sobre una persona, y sobre todo un sistema, más pensado en alcanzar unos objetivos que en garantizar la pulcritud  y limpieza de sus desarrollos internos, respetando siempre y en todo momento, la integridad y salud, fisica y mental,  de los niños.

 A menudo olvidamos que detrás de estos aspirantes a héroes no hay más que un niño, no importa que suba a un tatami, a una moto, a un velero o que escale una pared. Niños que están en edad de jugar, sin más presión que la de divertirse. Y si concurren a pruebas deportivas de máximo nivel, hay que sostenerles y apoyarles con el mayor de los mimos posibles, sin obviar que su corta edad y su bienestar son lo principal, antes que cualquier resultado.

 Detrás de cada campeón quedará una persona, que no en pocos casos tendrá una vida adulta rota, carente de equilibrios. De eso no podemos ser reponsables todos, por querer una medalla y que icen la bandera.

 No veo en las olimpiadas la pruebas de gimnasia y natación sincronizada, casi por defecto, igual que no veo programas donde niños, compiten por cocinar, cantar o hacer malabares. En la mayoría de los casos actúan para cubrir los sueños de padres y mentores y no los suyos propios. ¿Cuáles son las prioridades?

 

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