Es la denominación que suele emplearse, cuando en un texto publicado se han detectado errores en la información y que los avezados distinguen de la Fe de erratas, cuando se refiere a fallos de imprenta, o de tipografía.
En este caso es de errores y de las buenas; en una de las últimas entradas, la de hace dos días, hacíamos alusión a un caso de violencia homófoba, en relación al apalizamiento que un joven había sufrido con signos de tortura en el céntrico barrio de Malasaña en Madrid.
La información en esa entrada es completamente falsa, ya que la víctima ha confesado que sus lesiones son fruto de un juego sexual consentido. Una vez más, el que suscribe éstas líneas ha caído en la trampa de las redes, dando por fehaciente un acto que no contaba con todos los indicios probatorios necesarios.
Entono el mea culpa, y abro paréntesis a partir de este momento. Sin cotejar datos no se pueden sacar conclusiones. Propósito de enmienda, y de higiene mental, toda vez que este camino de postverdad de medias verdades aplaudidas sólo porque relatan lo que me apetece escuchar, está conviertiéndome en un pánfilo de campeonato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario