Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 27 de diciembre de 2018

El pájaro pintado

  Cuando uno lee libros sobre la Segunda Guerra Mundial, normalmente espera encontrar datos que se refieran directa o indirectamente a hechos acaecidos en el devenir de la contienda.   

 En el caso de El pájaro pintado de Jerzy Kosisnki, (Edit Debolsillo ) ese dato no solo aparece difuminado, sino que termina por ser casi irrelevante. Se sabe que estamos en plena guerra porque en diferentes momentos aparecen soldados alemanes, unas veces mencionados de pasada, otras con su presencia que se advierte cerca; tan solo en un pasaje del libro, nuestro protagonista, un niño entregado por sus padres a un agricultor para que lo alejase del frente de batalla y con ello de un peligro de muerte casi previsible, se las ve ante un pequeño pelotón de fusilamiento del que consigue escapar con maña, pero tanto ese lugar donde ocurre ese acontecimiento como las diferentes aldeas que transita a lo largo de las páginas de la novela tienen un nombre o topónimo al que referirse, y es que esta novela es ante todo y sobretodo una historia humana, una historia donde sólo las personas tienen nombre y donde la humanidad y la bestialidad cruzan sus caminos por un sendero terrible y pavoroso.

 Muchas historias y hechos contrastados nos han llegado sobre las durísimas condiciones de supervivencia a que tuvieron que hacer frente cientos de miles de campesinos en el campo polaco. En el pájaro pintado, esas experiencias adquieren tintes dramáticos en la figura de un indefenso niño que se ve sometido a todo tipo de escarmientos, unas veces como consecuencia de la excesiva inquina del agricultor para el que entra a trabajar, y otras por el temor que el color de su piel, que le asemeja a un gitano, parece generar entre la analfabeta población con la que se relaciona, y a la que apenas entiende en sus dialectos rudimentarios. Así a lo largo de las páginas de este libro uno siento frío, miedo, dolor, angustia, pánico, y se sumerge en un tremebundo letargo donde la esperanza ni por asomo aparece en ningún momento.

 Es un texto de una dureza extrema, narrado sin adornos, sin ínfula alguna, con una sóla pretensión: la de mostrar cada hecho tal cual acontece, sin regodearse en la miseria, pero sin evitar al lector dato alguno que le permita configurar su historia en la cabeza. De ese estilo narrativo surge la fuerza de esta historia de supervivencia que muestra a un niño de apenas once años, que pese a todos los tormentos a que es sometido, consigue salir adelante siempre, fundamentalmente por su capacidad de leer las situaciones en las que se encuentra y a su virtud de amoldarse a cada hecho, tratando de conseguir ventaja a la primera ocasión que tenga.

 Los libros de historia contaron miserias y hazañas bélicas, pero pocos contaron lo que la población civil hizo para subsistir, especialmente en zonas profundamente rurales.

 Por muchos años considerada una novela maldita en su país de origen, con su historia kosinski elabora un pequeño canto a ese otro mundo menos favorecido, que con frecuencia no es portada en ningún relato oficial, ni tiene eco en cenáculos intelectuales o académicos. Con su pluma pone voz a los menos favorecidos y ofrece con este trabajo una reflexión sobre qué es importante en la vida y qué no lo es, más allá del hecho de buscar subsistir al precio que sea.




 

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