Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 30 de noviembre de 2016

Libros y perros

Adoro a los perros. Es difícil explicar la increíble fascinación que despiertan en mi estos cuadrúpedos peludos, pequeños y grandes peluches llenos de infinito cariño, cuya complicidad y lealtad son un regalo para quienes deciden brindarles un espacio en sus vidas. Me encanta verles comer, jugar corriendo detrás de una pelota o de cualquier cosa que a modo de objeto arrojadizo tenga uno a bien tirarles, sabedor de que con ello empiezas uno de los juegos más adorables que pueden hacerse con los canes. Descartes consideraba a los perros animales filosóficos, por sus ansias de saber, por conocer lo que tienen delante; esa curiosidad que hace de ellos unos sabuesos infatigables, siempre hocico en ristre, intentando desvelar los misterios más emocionantes que a modo de macedonia de olores encuentran por todas partes, ya sea en cualquier esquina de casa, saliendo por la calle, o disfrutando de un paseo por el parque, el paraíso para estos animales.

 Quizá me gustan tanto los perros porque yo me siento como si fuera uno de ellos cuando entro en una librería. Es el sentido olfativo el primero que se activa al entrar en la estancia, saboreando ese olor maravilloso a página recién impresa, a papel y a tinta. Me dejo llevar por otros sentidos, y quedo deslumbrado con los colores que a modo de reclamo aparecen en las tapas de los textos, ya sean acompañados de fotos o simples dibujos, y la combinación de título más diseño de portadas, me permite transcurrir por caminos inexplorados, sugestionándome hasta tal punto de comprar libros solo por la simple combinanción de caracteres e imágenes. Solo me faltaría salibar como si entrara en estado de excitación total. Otras veces, dar la vuelta al tomo que elijen mis manos y leer la sinopsis de la contraportada hace las veces de elemento de juicio necesario antes de decantarme a realizar  alguna compra, Pero esto es un comportamiento racional, pausado, sometido a reflexión y dictamen. Es en cambio, en las otras ocasiones, cuando mi lado más canino, más instintivo, más juguetón me permite deambular por repisas, estanterías y mesas, donde mis manos solo realizan el acto de palpar un libro que mis sentidos ya han decidido que debo adquirir. Ojalá no pierda mi lado canino de lector, negándome estas experiencias sensoriales con la compra de volúmenes por internet, esas experiencias que sirven de antesala a la lectura de una nueva aventura en forma novelada, dramática o poética. ¿ No es al fin al cabo leer sentir, comprender lo que otros ya han sentido o disfrutado,  compartir experiencias que otros ya han reconocido y sabido plasmar sobre un papel para que tú las encuentres y te identifiques con ellas? Ya que estamos decididos ante todo y sobre todo a sentir, no nos privemos del primer gran paso a la hora de afrontar una aventura a través de la lectura: la del primer encuentro con un libro. Que ese encuentro nunca deje de ser físico, aunque el mundo virtual tenga otras formas de invitar a la sugestión y al sueño.


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