Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 10 de noviembre de 2021

Educación sentimental

 Nueva comparecencia del presidente del gobiero en el hemiciclo de la Carrera de San Jerómino, y nuevo debate bronco, lleno de reproches y acusaciones por parte de unos y otros. La lucha entre opuestos de la que siempre presumió Maquiavelo, adquiere en ocasiones tintes tabernarios en las instituciones representativas de la democracia española.

 De entre todas las argumentaciones que han aflorado esta mañana, llama poderósamente la atención la que ha comentado, a vueltas sobre la situación de la juventud en este país, el lider del partido verde con nombre de diccionario, para cuyos miembros, el actual ejecutivo tiene planes como la liberalización de la venta y consumo de la marihuana, o la intención de educar sexualmente en las aulas, sin educar sentimentalmente.

 Educación con valores. Parece de perogrullo que detrás de cualquier iniciativa de formación han de buscarse la prevalencia de unos valores que instruyan a los individuos en su condición de ciudadanos, pero esa ciudadanía, ¿También incluye a los sentimientos? 

 Creo que el debate da para mucho más que  una simple ocurrencia del señor Abascal, tan dado a lanzar máximas que calen entre su electorado. Sorprende en todo caso que afirmaciones de este calibre queden en agua de borrajas, como casi todo lo interesante que se dice en el Parlamento.

 En mi opinión las aulas no están para enseñar a la gente a querer, y menos aún a hacerlo como pretenden los miembros de la bancada conservadora, empecinados en divulgar sus postulados clásicos como punto de referencia comunitario. Una cosa es defender el derecho a la familia tradicional o reivindicarla como elemento sobre el que se sustenta una sociedad, y otra muy distinta es proclamarla como la única realmente válida y, por lo tanto, recomendada y enseñada en las aulas. Ya que andan tan preocupados por los sentimientos, les diría que pensasen en todos aquellos que no ven la vida como ellos, y que tienen todo el derecho del mundo a tener una visión de la familia y de la vida íntima ajena a los estándares tradicionales. Deberían andar más preocupados de que, en la enseñanza se enseñaran otros valores como, por ejemplo, el respeto. Sólo desde el respeto pueden ensalzarse los sentimientos, y todo lo que de ello se deriva.

 

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