Pasa la semana, con su rutina de mochila. Cansancio que se acumula pero que no para las ganas de llegar, aunque se disfruta más del camino que del objetivo perseguido, como ya avisaba el poeta, no hay más camino que el que se hace al andar.
Pasado el ecuador, la recta final ya está en marcha. Pisadas de efecto balsámico que calman, relajan y amortiguan una realidad a la que volveré en apenas un días y a la que tendré que seguir haciendo frente. En el fondo no es más que un narcótico de efecto limitado. Todo sigue estando pendiente.