Giro la cabeza hacia la izquierda hacia la ventana, para ver una columna de aire que se hace visible gracias al polvo que mueve, como si fuera un pequeño tornado.
Es entonces cuando veo una hoja alzada en el vacío que oscila en pequeños remolinos, siempre en linea recta, hacia arriba.
Por un momento el movimiento se minimiza, da la sensación de que levita que se mantiene suspendida en el espacio, como si flotase; me recuerda a la teoría del apeirón de Anaximandro.
Las cosas no estan hechas de tierra, ni fuego; tampoco de agua o aire; toda la materia se desarrolla y perece en esa especie de espiral con la que la describíamos, dibujada con tiza en la pizarra en la clase de filosofía, con forma de cilindro, el espacio en donde todo se formaba sin más principio que esa nada misma;
No hay formas, en esencia todo parte de lo infinito, ese es el arjé, el comienzo de todo.
Salgo de mis tribulaciones al tiempo que veo que la hoja se tambalea, para descender bruscamente y desaparecer de mi ángulo de visión. Mantengo una mirada unos segundos más antes de volver a girar la cabeza hacia la pantalla de mi portátil, para continuar trabajando con mi hoja excel.