Andan las aguas revueltas, qué duda cabe, y
lo hacen con cosas que deberían estar enterradas hace años, nunca mejor dicho.
La que va a terminar por ser la iniciativa estrella
de este gobierno interino, (porque no tiene fuerza ni apoyos para hacer mucho
más, desgraciadamente dicho sea de paso), no se refiere a ninguna cuestión en
materia económica, ni es panacea alguna que aminore los soliviantos que de un
tiempo a esta parte el nordeste de la península ofrece a los sentimientos patrios.
Esa medida es también motivo de discordia y empecinamiento: Nada menos que
decir cuál va a ser la última morada del dictador que durante treinta siete
años dirigió como un cortijo los designios de esta tierra.
La
interinidad del Valle de los Caídos
llega pues a su fin. Aquel mausoleo hecho con el boato y las ínfulas propias de
un iluminado, tendrá un futuro diferente del que se le ha dado desde 1975.
Como era de esperar, la familia del finado no
se limitará a recibir sus restos para darles sepultura en cualquier ubicación.
La posesión de una cripta en la Catedral
de la Almudena, donde hija y yerno descansan en paz es el enclave elegido
para depositar sus restos. En resumen, que vamos a sustituir aquel frío y oscuro
emplazamiento de Cuelgamuros, por una
tumba en pleno corazón de Madrid.
¡Vaya despropósito! ¿Qué hacer
ahora? La vicepresidenta del gobierno, que se ha erigido como principal exponente
de la cuestión, por ser ella la que en sus intervenciones se refiere al caso,
se ha dirigido al Vaticano para
tratar la cuestión con la Curia Romana,
dando al traslado de los restos la condición de affaire internacional que requiere de encuentros al más alto nivel.
Y para
añadir más alicientes a este entuerto, ahora comprueba uno atónito, como a
ciertos tertulianos de ciertos medios les produce sorpresa la indumentaria de
la vicepresidenta en su visita a Roma,
haciendo comentarios sobre el canalillo y la blusa de encaje que la mandataria
llevó en su visita. Ni una solo foto pone de manifiesto estupor alguno o
malestar por parte del cardenal que hizo las veces de anfitrión e interlocutor,
pero la hipocresía de ciertos personajillos llega al punto de hacer
observaciones machistas sin pudor alguno. Y es que según en qué derroteros se
mueva uno a estas alturas de la película una mujer sigue teniendo que dar
cuenta de cómo viste. Para que luego digan que el machismo está cada vez más
arrinconado.
¿Terminará enterrado junto al Marqués de Villaverde, en el mausoleo
del Pardo donde está su esposa, o quizá
en el Pazo de Meirás, si no es que
antes se encuentra el modo de expropiarles aquella propiedad?
En fin, vaya pasticcio tenemos organizado. No sorprende ver a tanta gente del
mundo académico e intelectual de fuera interesada en nuestras bagatelas
internas. Y es que por ahí deben tener unas vidas de lo más aburridas. Aquí en
cambio a cualquier asunto le sacamos punta, o le prendemos una brasa, como
aquellos viejos chisqueros de cuerda que usaban nuestros abuelos para encender
los cigarros de picadura. Ya sea por una cosa u otra, aquí ese rudimentario mechero
siempre esta encendido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario