Es una forma de alimentar mi ego, manteniendo discusiones académicas donde argumentos diversos van y vienen, situando a uno en medio de tales lances. Suponiendo que todo argumento es una verdad a medias, en tanto en cuanto, pocas cosas tienen una certidumbre plena, encuentra uno la manera de batirse en duelo dialéctico, sabedor de que con mis respuestas dejo en tesitura frustrante a quien pugna conmigo. Y al final acabo siendo un incomodo y una molestia. Lo reconozco, además de alimentar ese ego, humilde para casi todo menos esto, en el fondo lo hago por el placer de polemizar: tengo alma de mosca cojonera.
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