Han
sido cerca de nueve años de permanencia en la red social más extendida en el
mundo.
Muchos
comentarios, fotos, libros y exposiciones comentadas… Lo que comenzó siendo una
página personal al uso, agenda para recordar cumpleaños o lugar donde tener
ubicados a amigos a los que había perdido la pista hacia largo tiempo, acabó
convirtiéndose en una especie de gacetilla cultural, de la que más bien pocos,
por no decir casi ninguno de casi mis seiscientos contactos parecía prestarle
demasiada atención. Siendo muy sinceros yo diría más bien que ninguna.
Es
evidente que todos tenemos un avatar virtual, una identidad construida en esa
otra vida que hemos creado en la red. Y con frecuencia aquella otra no es
continuidad de esta. Se ha convertido en una especie de vía de escape donde
cada cual expresa su lado menos conocido.
Habrá
quien vea e eso un canto de libertad. Seguramente por ahí vayan los tiros. Un
modo de expandirse, de desahogarse, de hacer cosas diferentes.
Dicen
que todos tenemos una cuota de narcisismo, incluidos aquellos que se empecinan
en mantenerla bien oculta. Si hay un medio de sacar a relucir esa querencia por
uno mismo es a través de la red. Y de qué manera. Parecen infinitas las maneras
existentes de poder hacerlo, a cual más estrafalaria, más absurda, más infantil.
Me consta
que la psicología estudia con detenimiento el fenómeno, y que encontrará en estos
nuevos comportamientos individuales que buscan la colectividad a través de una
red virtual, algo positivo.
Que
lo disfruten. Han acabado por aburrirme. Llego veinticinco días con mi perfil
dado de baja. Quien sabe, quizá lleve las cuentas como cuando dejé de fumar, y
me auto declare exfacebuquiano, como
soy exfumador. Desde luego siento como con aquello una liberación. Ahora no son
mis pulmones los que ganan en salud, es mi cabeza libre de tanta estupidez.
Me
llamo Domingo y soy exmiebro de Facebook…
No hay comentarios:
Publicar un comentario