Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




sábado, 10 de octubre de 2015

Pan tostado



Me gusta el olor a pan recién hecho. No sólo por ese aroma cálido y sabroso que hace que la boca se te haga agua y te lleve inevitablemente a sonreír. También me gusta porque me evoca a mi infancia. 
 
Siempre recordaré a aquel vecino panadero que salía de casa todas las noches y con el que me cruzaba por las mañanas cuando iba al cole. Cuando pregunté a mi madre por qué aquel hombre tenía esos horarios y me dijo que sólo así podíamos tener el pan recién hecho y calentito en las tahonas, yo sentí pena e incluso me indigné, ¡Cómo podía nadie estar despierto toda la noche!, ¿Qué clase de trabajo era ese que no te permitía estar por la noche durmiendo como un bendito, con una pierna mirando a Francia y otra a Inglaterra, como diría mi abuela? 
 
En aquella cabeza infantil, llena de chocolate, tardes infinitas corriendo detrás de una pelota y de sabias lecciones aderezadas por el Libro Gordo de Petete, no cabía la opción de que nadie pudiera tener actividad noctámbula alguna, aquello no era justo; aunque fuera el precio que algunos tuvieran que pagar para que otros nos deleitáramos el paladar con la miga del pan recién salido del horno. Por eso hoy, cuando pasó delante de alguna panificadora, o cuando llega a mi pituitaria el olor de la masa y su levadura horneándose, tengo un recuerdo agradecido a todos aquellos que trabajan en horas intempestivas para que el resto podamos descansar y disfrutar.


                                                                  

                                      Taller de Escritura Creativa. "La Escritura Desatada"
                                                     Prof. Ines Mendoza. Texto nº1

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