Terminaron estos dos días aciegos. Cuarenta y ocho horas de horror, sangre y miserias. Aún está pendiente el balance final de cuanto ha acontecido en la capital francesa, que en el momento de escribir estas lineas deja un balance de al menos veinte personas fallecidas El año nuevo ha empezado así, bañado en sangre y sufrimiento, sin apenas tiempo de terminar de deglutir las copiosas ingestas de estos días y aún con el plan de provisiones y proyectos sin concretar. Como si quisieran no darnos tregua alguna en nuestras preocupaciones y penas, 2015 ha entrado recordándonos que las alegrías van a seguir siendo escasas y que las amenazas de confrontación a gran escala son cada vez más evidentes a tenor de los gestos y actos que llevan a mercenarios bien amaestrados a sembrar el pánico en una urbe de dimensiones colosales como es Paris.
La espoleta que ha provocado la deflagracion, pertenecía a una bomba de cruel efecto retardado; de hecho más de ocho años han tardado en cumplir sus amenazas, que se han consumado este pasado miércoles: dos hermanos, franceses de ascendencia argelina, armados hasta los dientes y bien adiestrados, han provocado una carnicería brutal que se ha llevado por delante a la plana mayor de una revista satírica, la que tuvo la "osadia"de publicar viñetas cómicas con la efige del profeta Mahoma, cuestión prohibida en la iconoclasta religión musulmana, poco dada a las representaciones y la imaginería de sus líderes sagrados. El profeta ha sido vengado, Francia ha perdido a una parte importante de sus humoristas gráficos, la profesión periodística ha sufrido un nuevo ataque a su integridad y a la libertad de expresión que debe acompañarla siempre en su ejercicio y la dignidad humana ha recibido una fuerte sacudida que hace que todos esta noche nos sintamos franceses en la necesidad de mostrar nuestra solidaridad y de acompañar a las víctimas en su absurdo sufrimiento. Es hora de honrar a nuestros muertos, de tratar con mimo infinito a sus familias y de pasar con urgencia página para permitir que la ciudad recupere su pulso habitual, alterado por unos acontecimientos que han puesto todo patas arriba, a la sazón uno de los grandes objetivos de quienes han perpetrado este vil crimen.
Y cuando pase un tiempo prudencial será momento de hacer balances, empezando por si pudo evitarse o no lo acontecido; ¿Han bajado tal vez la guardia en la protección de una editorial que no ha dejado de estar nunca en el punto de mira de las amenazas radicales? No olvidemos que hablamos de fundamentalismo islámico, que como toda ideología excesiva y llevada al límite establece sus argumentos en mantener impolutos sus dogmas, no perdonando a quien los contraviniere, ya que al hacerlo y cometer la falta, contrae con estos "valedores y guardianes de la rectitud moral y ejemplar" una deuda que solo puede saldarse con el castigo de la muerte en una práctica que bien recuerda a la mafia en cualquiera de sus variantes, incapaz de saldar de otro modo sus cuitas si no es por medio de la violencia y la aniquilación. Tiempo es pues de revisar los protocolos de seguridad, extremando precauciones para evitar otra orgía de sangre como esta.
Será tiempo de lanzar la mirada hacia Oriente Medio, tomando muy en serio las amenzas y constantes provocaciones que en modo de chantajes y ejecuciones medievales organizan los integrantes del denominado EI o Estado Islámico, confesos sucesores sin pudor alguno de Al Qaeda, de quien han aprovechado sus experiencias de terror y muerte, refinando sus experimentos sanguinolentos en una maniobra claramente dirigida a promover un modelo de estado contrario a occidente a quien acusan de expolio y destrucción en un discurso ya repetido hasta la saciedad. Es hora de hacer política de lideres y estadistas con miras centradas en estabilizar una zona en manos de gente poco dada a la moderación y el respeto. La vergonzosa postura del mundo frente a tropelías como la de Siria, no hacen más que acelerar la propagación de una mayor radicalizacion que acaba desembocando siempre, de un modo u otro, en el sempiterno conflicto judio-palestino, como se ha visto esta misma tarde, con el secuestro y muerte de rehenes acaecido en un supermercado de comida hebrea donde se ha atrincherado uno de los miembros de la cédula yihadista.
Por último será necesario hacer un llamamiento a la calma y a la serenidad, tratando de evitar que la rabia contenida haga que ideologías populistas y xenófobas tomen una parte por el todo, descargando toda una batería de argumentos demagogos y populistas que en nada favorecen la convivencia ni hacen que Europa viva más segura de amenazas como la vivida. Sensatez y resposabilidad para elegir a unos líderes que han de trabajar en un tablero geopolítico lleno de desequilibrios y de enemigos hostiles.
Tenemos tarea para este año recien iniciado. Antes de que nos pongamos a ello, honremos a nuestros muertos; que tanta sangre inocente derramada no caiga en balde y sirva para acelerar unos cambios que permitan la convivencia. Como homenaje a todos ellos, me sumo y hago mío un comentario que es ya un clamor:
Je suis Charles
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