Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 28 de octubre de 2019

Los muchachos de Zinc

 Casi diría que es de obligada lectura esta novela documental de la escritora bielorrusa, Svetlana Alexievich, ( Los muchachos de Zinc, Ed. Debolsillo), más después de que el presidente Trump anunciase ayer a medio día la eliminación del último gran líder del ISIS, cuya vacante no tardará en ser ocupada. De aquellos lodos, los de la Guerra de Afganistan, que enfrentó a los comunistas de la República democrática con las milicias yihaidistas, vienen todos los barros posteriores, de los que solo el mundo se hizo eco después de la masacre del once de septiembre.

 En una nueva novela documental, llena de testimonios contundentes, terribles y profundamente humanos, la autora da cuenta de la penúltima andanza exterior de la extinta Unión Soviética, cuyo entusiasmo por internacionalizar la causa socialista no decayó, ni en sus horas más postreras. Así el Kremlin liderado por un obsoleto Breznev, decidió apoyar a las tropa comunistas del país islámico, al tiempo que los EE.UU. alimentaban con dinero y armas a los opositores del régimen. La guerra fría, vivió de ese modo uno de sus últimos momentos a lo largo de una década, que terminó con un conflicto sin vencedor claro que dejó el país sembrado de cadáveres, con al menos un millón de afganos y quince mil soldados soviéticos fallecidos. Svetlana Aleixievich espero al menos cuatro años antes de llevar a la imprenta unas páginas que por fuerza iban a levantar ampollas en la ya de por si malograda condición patria de la unión de repúblicas. No en vano unos meses antes de su publicación, llegaría a su término la URSS para dejar paso a una efímera Confederación Independiente de Estados, (CEI), un intento fallido de prolongar por otros medios el ya caduco intento de confederación eurasiático bajo vitola marxista.

  Como se ve el transfondo de la obra aquí referida es historia viva, historia reciente, y ayuda a entender las ideas y venidas, las contradicciones y el espíritu de los países resultantes de aquel experimento de estado,cuya huella tardará aún tiempo en ser superada completamente. Y sin que el espíritu soviético malamente puede ser enterrado como lo fueron los soldados de una guerra absurda, cuyos restos eran repatriados y entregados a sus familiares dolientes en ataudes de zinc, como bien significa el titulo de esta novela. 

 Se quiera o no se quiera, S. Alexievich ha convertido su obra en un espejo de la conciencia de un país que un día fue y que hoy, aunque exánime, no se resiste a dejar de ser y desaparecer.



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