Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 6 de mayo de 2019

Estulticia

 Anoche escuchando las noticias de la radio antes de dormirme oí que un rayo había caído sobre un avión en un aeropuerto de Moscú, provocando un incendio en el aparato y un aterrizaje forzoso que milagrosamente había permitido que las víctimas apenas sobrepasaran la decena. Hoy por la mañana, viendo las noticias en un canal de televisión mientras desayunaba, la versión de los hechos cambió radicalmente; al rayo le había sustituido un problema técnico en el aparato, y desgraciadamente la cifra de fallecidos se triplicaba, alcanzando la cuarentena sobre un pasaje de apenas ochenta personas.

 Desde que todos nos hemos abonado al intrusismo informativo, gracias a ese  aparato que llevamos en el bolsillo y que nos permite sacar fotos, grabar vídeos, mandar mensajes y enviar cualquier cosa en el acto gracias a internet, hemos tenido además la oportunidad de ver imágenes de tan lamentable suceso. Grabadas desde la terminal por algún pasajero en espera de su vuelo, se veía como se deslizaba una bola de fuego sobre la pista de aterrizaje,  demostrando el notable mérito de un comandante que se ha ganado el cielo para al menos cuarenta personas de ese ataúd con alas que debiera haber costado la vida a más personas, muy probablemente. Pero si ya es impresionante ver una imagen así, más sorprendentes son las grabaciones que otros reporteros por azar han hecho correr por redes sociales. La de un pasajero grabando el incendio del motor in situ, en su asiento de la nave siniestrada, en un estremecedora escena llena de gritos y lamentos, que ponen los pelos de punta, o la de las labores de desalojo del aparato por la parte delantera, mientras la parte trasera arde pasto de las llamas.

 Es este último vídeo el que más llama la atención, no por la espectacularidad de las llamas, ni por el trasiego de los efectivos de bomberos que se apresuraban a apuntar sus mangueras sobre la base del fuego. Impresiona ver, andado como almas en pena, a un puñado de  pasajeros que consiguieron salir del avión, acompañados todos ellos con un trolley de equipaje de mano, el típico que te permiten subir a cabina por sus reducidas dimensiones.

 Y entonces es cuando uno se pregunta: En mitad de un fuego, en un recinto reducido y alargado como es la cabina de un avión, con el riesgo de ahogarse con el humo, ¿De cuánto tiempo dispone uno para poder evacuar el aparato?, y  en una situación así, ¿A quién puede importarle una maleta? 

  Como no podía ser menos se ha abierto una investigación, por incumplimiento de la normativa de seguridad. Al menos dos son los que se han contabilizado como fallecidos por el retraso en una evacuación que apenas duró un minuto. ¿Se habrían salvado si la estupidez de algunos no les hubiera hecho preocuparse por unos bultos alojados encima de sus cabezas?

La estulticia humana no tiene limites.



 

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