Ser escéptico implica guardar una equidistancia absoluta frente a un concepto: la Fe, o lo que es lo mismo, frente a la creencia en algo que no se tiene a mano, de lo que no tiene certidumbre inmediata. Fe tiene el religioso, que apuesta a la verdad ciegamente, sin argumentos empiricos contrastables, pero fe tiene también el científico, que sin tener seguras las bases sobre las que probar su teoría, invierte su esfuerzo y raciocinio en alcanzar su meta, en demostrar su hipótesis. Unos y otros viven de posibilidades, no de realidades. Solo cambian la deidad que sustenta su fidelidad: un ente incorporeo creador frente al poder de la razón probadora.
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