Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 10 de enero de 2014

Percepciones y matices

 Puede resultar cuestion de perogrullo. Pero es que a veces las cosas que resultan obvias parecen ser las menos evidentes de todas.

 Es un hecho asimilado que dentro del colectivo a que uno pertenece hay determinados individuos que están llamados a ocupar posiciones preminentes, destancándose del resto por razon de sus méritos, condición económica o actividad que realicen. De entre todos ellos cabe destacar de un modo modo notorio la actividad de calibre politico. 

Como bien es sabido los regímenes democráticos occidentales requieren de una significativa clase política para poder vertebrar los diferentes objetivos a cubrir, siendo el más notorio de todos ellos el de representar los intereses de los que estan mas abajo, los que forman parte del común o son simples ciudadanos de a pie, sin más. Existe por tanto, un escalafón definido y bien perfilado en ese sistema jerárquico que lleva a repartir los méritos y reconocimientos pero también las obligaciones que contrae cada cual, según sea aquel el escalón que ocupe.

 En estos días vemos con estupor como determinados sujetos que andan encaramados en la cúspide de esa pirámide de poder, vienen siendo cuestionandos por razon de determinadas prácticas poco dadas a la transparencia y de dudosa legalidad o moralidad; y aunque el caso no es nuevo, porque viene dejando un enorme lastre de lejos, si son mas recientes las acusaciones directas que se lanzan sobre una parte de segundo nivel, pero no por ello menos importante, del grupo o familia que ocupa la posición más alta en el escalafón.

 Es una simple cuestión de matices la que determina la separacion entre un sistema que funciona bien y otro que no lo hace. Muchas son las voces que a raíz de cuanto acontece en el país, ponen en tela de juicio la conveniencia del sistema democrático en España y su autenticidad como tal, alegando prácticas poco dignas de relacionarse con el mismo. Las opiniones son libres y más que respetables,  pero sin entrar a valorar en profundidad qué práxis han de ser mejoradas o simplemente eliminadas en aras de alcanza una mayor excelencia democrática cabría, tal vez, empezar por pulir algunas asperezas que aun siendo nimias, no dejan de poner en entredicho la calidad del sistema.

 Entre esos pequeños detalles podríamos incluir algunos tales como no negar la mayor sin mayores miramientos o la de no enrocarse en posiciones a la defensiva con vistas a ganar tiempo; escudarse en argucias irrisorias que pretendan dar carta de veracidad a malas acciones. Alegar en defensa de una persona que se ha lucrado ilegalmente, que desconocía lo que estaba firmando o que carecía de conocimientos fiscales suena tan absurdo como intentar colgar a un elefante de un columpio instalado en una margarita. Ya está bien de defender lo indefendible; que cada palo aguante su vela, como bien dice el refranero, sin miedo a quien pueda caer y cómo pueda hacerlo.

 La salud democrática está en juego. Aunque puedan parecer muchos treinta y seis años de democracia, aun son un bagaje poco estable como para dar por consolidado un régimen de libertades en este país. Para reforzarlo y darle sostenibilidad, empecemos por exigir a quienes pululan en lo alto de los altares del régimen, honradez y amplitud de miras, reconociendo sus faltas y renunciando a las prebendas que sean necesarias en pos de purgar sus culpas. 

 Solo asi, sumando gestos, iremos apliando ese gran puzzle de matices en  que viene a sustentarse un sistema democrático y  podremos culminar la obra, que no es otra que darle continuidad en el tiempo.

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