Era un frío día de diciembre, allá por mil novecientos cincuenta y cinco. Una ciudadana de color, aunque tal vez en este caso sea preciso emplear la palabra negra, a sabiendas de que las normas de comportamiento cívico del momento así se lo exigían, decidió no atender la petición expresa que un conductor de autobús le hacía de levantarse del asiento que había ocupado en un vehículo urbano, en principio reservado para blancos, contraviniendo la orden de ocupar un asiento en la parte de atrás del mismo; su negativa acabó derivando en detención y posterior encarcelamiento. Ocurrió en Montgomery, Alabama.
Rosa Parks, que así se llamaba la protagonista de esta historia, saltó a la fama a raíz de esa acción que lejos de ser espontánea y aislada, venía precedida de toda una estrategia de confrontación destinada a lanzar el grito en cielo en contra de la acusada segregación racial que estaba profundamente arraigada en casi todas y cada una de las prácticas cotidianas de los EEUU de los años cincuenta; a raíz de la protesta iniciada por esta activista del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, toda una serie de acontecimientos se desencadenaron: primero detenida, luego encarcelada, las sucesivas peticiones de revisión del proceso llevaron el mismo ante la Corte Suprema, que un año después declaró inconstitucional la segregación en el transporte colectivo estadounidense.
Un pequeño gesto que sirvió de punta de lanza contra el racismo vigente. Un pequeño acto que hizo de lanzadera para que el movimiento que la sostenía acaparase protagonismo y erigiera en figura pública a hombres como el pastor bautista Luther King, quien lideró la protesta masiva contra los autobuses de Montgomery, siendo esta su primera acción de una carrera jalonada de diferentes gestos que tuvieron su punto álgido en el famoso discurso promulgado ante una multitud en las escalinatas del monumento al presidente Lincoln: el inolvidable I have a dream que ha pasado intacto de generación en generación.
Han pasado más de sesenta años de aquel evento raíz que sirvió de inicio en la lucha por favorecer los derechos de las minorías. Esta semana, se ha descubierto un busto de la interpelada en el Capitolio de Washington, ataviada con el ropaje propio de la época y en la misma postura en que debió encontrarla el conductor de autobús que le afeó su conducta y le pidió que desalojara el asiento. Para la ocasión y con todo el boato requerido en las ocasiones solemnes, el presidente del país, Barak Obama, primer negro que conquista la Casa Blanca, ejerció de maestro de ceremonias adornando el acto con la foto de rigor: sentándose en la silla del autobús en que se produjeron los hechos, tal y como se conserva y con una sencilla frase que a modo de jaculatoria pretende resumir el momento y transmitirle solemnidad y emoción: Yo estoy aquí por ella.
Han pasado más de sesenta años de aquel evento raíz que sirvió de inicio en la lucha por favorecer los derechos de las minorías. Esta semana, se ha descubierto un busto de la interpelada en el Capitolio de Washington, ataviada con el ropaje propio de la época y en la misma postura en que debió encontrarla el conductor de autobús que le afeó su conducta y le pidió que desalojara el asiento. Para la ocasión y con todo el boato requerido en las ocasiones solemnes, el presidente del país, Barak Obama, primer negro que conquista la Casa Blanca, ejerció de maestro de ceremonias adornando el acto con la foto de rigor: sentándose en la silla del autobús en que se produjeron los hechos, tal y como se conserva y con una sencilla frase que a modo de jaculatoria pretende resumir el momento y transmitirle solemnidad y emoción: Yo estoy aquí por ella.
Cien años cumpliría este mes Rosa Parks. Desgraciadamente tienen que pasar demasiados años para consolidar luchas como la suya y obtener resultados positivos. Tal vez sea ahora, cuando el suelo se mueve debajo de nuestros pies y en que las incertidumbres son mayores que nunca, cuando sea un buen momento para mirar atrás e inspirarse en activismos y acciones como esta que consiguieron cambiar las reglas del juego.
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