Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 15 de junio de 2012

Ciclismo de toga

 Cuando se avecina el mes de julio y con él  la ineludible cita con la  más importante carrera ciclista por etapas en carretera: la grande boucle, el Tour de Francia, otra vez salta a la palestra una nueva acusación de dopaje. Esta vez el acusado es de alto copete, El imputado es el más laureado de todos: Lance Armstrong.
 Casualidad o no que la noticia salte a los medios en vísperas del inicio de la competición, la cuestión viene de lejos; no es la primera vez que el ciclista texano aparece en el centro de la diana; muchos son los rumores, los dimes y diretes, las dudas que sus triunfos han generado entre especialistas y afición. De hecho este nuevo proceso, abierto por la "USADA", siglas en inglés de la Agencia antidopaje de los Estados Unidos, recoge las viejas sospechas del uso de EPO por parte del deportista para mejorar su rendimiento.
  Armstrong niega la mayor, y achaca las acusaciones a una caza de brujas orquestada contra sus intereses; mientras espera turno para declarar y defenderse, su licencia de competición ha quedado en suspenso ( a sus cuarenta años compite en la especialidad de triatlon), hasta que se resuelva el procedimiento abierto contra él. Cuando aún anda fresca la resolución del eterno caso Contador y las secuelas de su sentencia, volvemos a asistir a un nuevo procedimiento en curso que promete ser largo y tortuoso.
  Las consecuencias en caso de mediar sentencia condenatoria, podrían implicar la pérdida de todos sus triunfos en París. No sería la primera vez que con carácter retroactivo se anulan resultados deportivos en los tribunales tras sentencia judicial firme. Sin importar el tiempo y los años transcurridos, profesionales del derecho eliminan en una corte de justicia lo conseguido en la carretera a golpe de pedal.
 Siempre ha sido un deporte bajo sospecha; así lo atestiguan los regulares controles antidopaje que con regularidad se hacen a lo largo de la temporada; las duras condiciones que en si la práctica a nivel profesional exige y las no menos altas exigencias que el espectáculo y los aficionados demandan, invitan a algunos profesionales a tomar atajos con el objeto de no defraudar espectativas.
 Floyd Landis, Alberto Contador y ahora puede ser Lance Armstrong con sus siete coronas como  vencedor,  el próximo en caer en desgracia; la lista de campeones desposeídos de la vuelta francesa amenaza con ir aumentando paulatinamente con el daño irreparable que eso conlleva. Antes había que esperar a llegar a los Campos Elíseos para proclamar al campeón, ahora toca esperar a que alguna instancia médica, o alguna analítica hecha pública tardíamente ponga en duda el resultado deportivo y conceda la victoria al segundo clasificado en carrera en el podio parisino. Es el ciclismo de toga que hace protagonistas a los jueces en un espectáculo que sólo debiera ser deportivo.

 Si Coppi levantara la cabeza.






 

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