Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 8 de febrero de 2019

Fosfatos perezosos

  Hay estudios para todo, eso esta claro, ya sea para conseguir algún tipo de proyección o notoriedad, para justificar el trabajo de un centro de estudios e investigación, o simplemente porque se está muy aburrido, que diría mi abuelo, pero es costumbre de un tiempo a esta parte ver cómo los medios se hacen eco de determinadas investigaciones que abordan cuestiones de lo más variopintas.

 El último lo he leído en el periódico, y habla, cómo no, de alimentación, ese asunto que nos trae de cabeza desde hace relativamente poco tiempo y que cuenta con poderosos lobbies que ejercen la labor de detractores o defensores de algún producto, sustancia o nutriente perteneciente a nuestra cadena alimenticia. El tan cacareado somos lo que comemos, ejerce una poderosa influencia en el ciudadano común, asustado por la posibilidad de ingerir cualquier cosa que pueda repercutir negatívamente en su organismo. Una vez más la agitación del miedo ejerce influencia en el comportamiento del común.

 El estudio que me trae a estas líneas, publicado por la American heart association, habla de fosfatos, esas sustancias que llevan la mayoría de productos procesados y que entre otras cumplen funciones tales como las de alargar la conservación de los alimentos o potenciar su sabor. Ese estudio que relaciono más abajo en versión original,  habla de un efecto secundario que cumple con el síntoma característico de los efectos secundarios, (que siempre suelen ser algo negativo).

https://www.ahajournals.org/doi/pdf/10.1161/CIRCULATIONAHA.118.037550

  En este caso al parecer producen un déficit de ácidos grasos que los músculos necesitan para activarse y, claro, con semejante alteración en el metabolismo muscular se ve afectado directamente, encontrándose una relación directamente proporcional entre la ingesta de estas suntancias y el decaimiento muscular que conlleva la apatía ante la actividad física.

  Dicho de otro modo, que si no tenemos ganas de realizar una actividad física y nos apoltronamos en el sofá, eso se debe a que llevamos una dieta donde los nutrientes que recibimos nos estimulan en sentido contrario, provocándonos el decaimiento frente al vigor deportivo.

  Vaya por delante que el estudio habla de dietas prolongadas en el tiempo de esta clase de productos, ( no por comerte un Tigretón se te van a quitar las ganas de jugar un partido de padel), y que esa relación causa efecto es variable en cada sujeto, con lo cual no se puede determinar una correlación precisa, como ocurre con casi cualquier cosa que se someta a fase de experimentación.

 Pues bien, estoy seguro que a mas de uno este articulo le habrá sonado a música celestial. Y es que en la época de la posverdad no hay ningún problema en encontrar aquello que deseamos leer o escuchar. Prima la verdad que a uno le interesa mucho antes que la verdad, a secas.

 Somos vagos porque la alimentación nos marca el camino a ello, como si mi cabeza no tuviera forma de contrarrestar posibles estímulos adversos. Es el destino del ser humano, reconfigurar el libre albedrío, la constitución volitiva de cada cual, aquella que nos da la oportunidad de decidir esto o aquello en última instancia. Es la guerra entre la voluntad y las reacciones químicas.

 Quien sabe, tal vez estos fosfatos perezosos son parte de este nuevo albedrío que cada día tiene un capítulo o una entrega nueva: el albedrío químico. Vete tú a saber.

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