Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 28 de junio de 2019

Sábado, Domingo

 Una salida nocturna, una de tantas sin tiempo ni horarios propia de la época de estudiante, una camarera que atrae a los dos amigos y que les sigue el juego después de que le tiraran los trastos en una cena. Una cita imprevista y montada sobre la marcha en la que los dos amigos compiten por ganarse el favor de la chica. Alcohol, juegos y un oscuro episodio que termina con un disparo, y un herido, pero recuerdos muy vagos, fruto de un desmayo que sufre uno de los protagonistas, que le hace perder la conciencia en medio de los acontecimientos. 


 De lo que pasó una noche, de lo que recuerda y de lo que no, y de los cargos de conciencia que se generan por temor a haber hecho algo malo y no haberlo evitado; sobre esos mimbres construye Ray Loriga su último trabajo Sábado, domingo, Edit. Alfaguara, historia autobiográfica de un hijo de familia acomodada que acaba convirtiendo su vida en un permanente estado de mediocridad del que no le saca si quiera sus esfuerzos por ejercer de buen padre.

 Con esa maestría propia del considerado por muchos como principal exponente del realismo sucio español, Loriga construye una historia corriente, ambientada en un Madrid fácilmente reconocible por lectores que peinen canas entorno a la cincuentena. Con su habitual lenguaje llano, directo y descarnado, Loriga arma esta historia donde la narración lleva a un estado de continua introspección, de constante auto-interrogatorio donde uno necesita darse respuestas así mismo a preguntas latentes largamente arrinconadas a lo largo de los años.

 Sábado Domingo es un estado de conciencia, de realización de una especie de inventario personal, propia de una persona de mediana edad, que hace balance de una existencia más marcada por las oportunidades perdidas que por los logros alcanzados. Es un reflejo de lo que cada vida. 






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