Cuando compró
aquel pantalón tan caro, supo que había saltado una barrera, incumplido con una
prohibición; y algo peor: supo que su enemigo, desde aquel momento en que salió
de la tienda, estaría en casa. Con un simple arrebato había hecho saltar la
banca, arruinando el presupuesto familiar de unas vacaciones tan magras que no
merecía la pena esperar a que llegasen.
Andando por la calle con aquella bolsa en su brazo, comprendió
que su inconsciente le dio la fuerza que su raciocinio le negaba; aquella bomba
necesitaba de una espoleta, y vino con forma de vaquero de Miss Sixty.
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