Una montaña de basuras y residuos en constante evolución creciente.
En apenas unas pocas palabras puede configurarse
a las claras el paisanaje que acompaña estos días a Madrid, inmersa en pleno conflicto
entre empleados y empresas que suministran vía contrata el servicio de recogida
de residuos en la capital.
La causa del conflicto, una vieja conocida en
estos tiempos que corren: la reducción de plantilla que plantean las empresas
concesionarias en sus ya de por si magros equipos de trabajo, a causa de los
recortes ocasionados desde la administración municipal. Las cifras son duras de
asimilar: más de mil personas perderán su empleo como consecuencia de ello.
La alcaldesa haciendo gala de la que viene
siendo practica habitual en los equipos de gobierno de su partido en la
Comunidad de Madrid, trata de desembarazarse del asunto alegando la consabida
externalizacion de servicios. Al no ser plantilla municipal no son responsabilidad
suya la continuidad o no de los mismos al servicio de las cuadrillas de limpieza.
Como es obvio, el argumento es inapelable en
tanto en cuanto la responsabilidad contractual recae en quien ejerce el
servicio vía contrata; pero no es menos cierto que de un modo u otro, la
principal edil de la ciudad tiene que dar respuestas a sus ciudadanos en tanto
en cuanto el problema va camino de convertirse en asunto acuciante. No es ningún
secreto el alto grado de residuos que generamos a diario en esta
ciudad y cuya deposición en los contenedores al uso va acumulándose a paso lento
pero constante. Si a eso le sumamos las labores de extorsión que determinados
elementos convocantes del paro ejercen, esparciendo con total impunidad restos
de basura en cualquier esquina, hacen que el problema sea mas que preocupante. Estos
grupos hacen especial esfuerzo en establecer concentraciones de todo tipo de
inmundicias en zonas altamente sensibles de la urbe, como son el centro y
aquellos ámbitos mas transitados por vecinos y sobre todo visitantes en lo que
sin duda es un intento de hacer visible el conflicto y las demandas de los
convocantes del paro, que no son otras que paralizar los despidos masivos.
Ni que decir tiene que uno no puede en esta situación
más que estar de parte de los trabajadores, cuya situación de angustia ante el inminente
porvenir sin faena y en el paro no puede menos que atraer el sentimiento de
solidaridad entre todos los que formamos parte de las clases activas de este país
por cuenta ajena. También cabe afear (una vez más), la actitud netamente hostil
de aquellos grupúsculos organizados que confunden la labor informativa de un piquete
sindical, con acciones de sabotaje que no solo perjudican a quien no tiene
culpa, si no que además quedan muy lejos de las necesarias prácticas democráticas
que deben mediar en todo conflicto. Entre las medidas de presión no pueden
estar las de convertir la ciudad en un vertedero mas grande aun de como esta,
desde el momento en que no se lleva a la practica el servicio de recogida de
residuos.
Una vez más cabe
apelar a la sensatez y la cordura y al entendimiento entre las partes que han
de llegar a un acuerdo pronto y satisfactorio por el bien de todos. En el debe
del mismo debería conseguirse el mayor número de puestos de trabajo salvados,
como consecuencia necesaria de una actitud que debe mejorar las expectativas
del que parece acabar perdiendo siempre en esta clase de conflictos: la parte más
débil, o sea el trabajador. En pos de esa meta la administración local debe
ser parte interesada por mucho que las leyes le eximan de responsabilidades, y no
solo por el objetivo de mantener la ciudad limpia. Tiene una responsabilidad
moral al reducir las partidas presupuestarias, causantes de la merma en los
recursos disponibles. Un acuerdo
tripartito pues, debe sacar a la ciudad de este atolladero y permitir a todos
volver a la normalidad.
Y de paso devolver a Madrid la imagen habitual
de ciudad cosmopolita y alegre. Llena de sitios interesantes y de gente
interesante. Bastante basura tenemos ya en esta ciudad lidiando en los
tribunales y medios de comunicación a cuenta de los mil temas abiertos que han salido
a flote a raíz de la crisis como para encima emponzoñar aun más el entorno.
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