Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 5 de octubre de 2012

Erasmus


 Mentiría si dijese cuando fue la primera vez que oí hablar de las becas Erasmus; menos aún en que momento pasó a convertirse en un tema recurrente en mi vida académica, hasta el punto de interesarme por una de esas becas y acabar disfrutando de una de ellas.Tal vez fuera a través de algún compañero o mediante alguno de los miles de carteles que anunciando cosas podías encontrarte a lo largo y ancho de toda la facultad; lo único que tengo claro como recuerdo es mi asistencia a una de las sesiones informativas sobre las becas y el proceso de acabar optando por una de ellas.

 Fui estudiante Erasmus ( o Erasmus a secas que es como se suele denominar a los estudiantes becados) por un periodo de 9 meses, comprendido entre octubre de 1995 y julio de 1996. Mi ciudad de destino fue Milán. No era mi primera opción, ya que hubiese preferido hacerlo en Bolonia, pero en aquella época esta era una ciudad muy demandada por su marcado carácter universitario. En cualquier caso siempre hubiese acabado en una ciudad italiana puesto que no pedían conocimientos profundos de italiano y mi paupérrimo inglés no hubiera permitido optar por una plaza en otro país.

  Aquel año nos fuimos unos cuantos fuera, mi amigo Oscar que acabo en Newcastle, Marta que se vino a Milán con nosotros... Aún tengo nítido el recuerdo de mi primer día allí bajándome del avión en Linate; mientras nos acercaban a la terminal para recoger el equipaje en la cinta transportadora, paso delante de nuestra lanzadera un tren articulado con un cargamento enorme de plátanos de Canarias. Una sonrisa y un pequeño golpe de nostalgia  me rondaron inevitablemente.

 Cuatro de las seis asignaturas que tenía programadas para mi quinto año de licenciatura cursé en la Universitá degli Studi di Milano, la statale como solían llamarla entonces para recalcar su carácter público y distinguirla de otros centros de estudio técnicos o privados. En Via Pantano justo al lado del conservatorio de música donde tomábamos unos capuccinos increíblemente deliciosos, estaba ubicada mi Facoltá de Scienze Politiche, un vetusto pero enorme edificio cuyo patio interior tenía una luz y vida sorprendentes.

 Cómo olvidar mis convocatorias de examen o appello en forma de exámenes orales y las notas anotadas en el libretto de calificaciones que en Italia tiene valor legal como el del carné de conducir o la carta de identidad. 

 Son casi imposibles de archivar los recuerdos que entorno a la universidad me quedaron de aquella experiencia ( la visita de Mijhail Gorbachov a mi facultad y la impartición de una clase magistral en el aula magna, el curso de italiano impartido por alumnos del ISU, mi estancia durante el primer mes en pensionato de Via Modena, las fiestas erasmus y no erasmus sin importar día y hora, las visitas y excursiones a otras ciudades aprovechando la red de contactos con otros estudiantes españoles en otras ciudades: Pavía, Padova, Venezia, Roma...)

 Después de casi una década sin regresar, tuve la oportunidad de visitar la ciudad en un par de ocasiones. Fue una sensación increíble, como volver a casa; no en vano nueve meses dan para mucho y aquellas calles ubicadas en una especie de triángulo entre El Duomo, Viale dei Mille y la Stazione Centrale que era por donde me desenvolvía, forman parte de mi vida vaya donde vaya y esté donde esté. No en vano, buena parte de mis mejores amigos los conocí en aquella ciudad y aquellas circunstancias: Jorge y Agustín, Marta y Raquel... Otros muchos han ido difuminándose poco a poco hasta el punto de perderles la pista en no pocos casos, pero aún con todo siguen presente en un sin fin de recuerdos y anécdotas de aquella experiencia que en cierto sentido marcó nuestras existencias.

 Una beca Erasmus es algo más que una beca de estudios, su asignación económica, casi testimonial, pasa por incluir las tasas académicas y de matrícula y una pequeña cantidad mensual que apenas si puede sufraguar los gastos de estancia; pero con esa pequeña suma, se está dando un empujoncito para que un estudiante, una persona en proyecto, en fase de formación, tenga a su alcance la posibilidad de vivir durante un espacio corto de tiempo en otro país. Aprendizaje de un idioma, conocimiento del modo de vivir de otros fuera de aquí, aprender a desenvolverse en un entorno distinto... la experiencia Erasmus es más bien una beca de conocimiento y mejora en la vida.

  En una etapa tan crítica como la que vivimos ahora, en un momento de carestía en que apenas si hay dinero y en la que los recortes presupuestarios afectan a partidas sensibles en otro tiempo intocables los fondos de asignación para estas becas también se ven afectadas; su costes anual es de 450 millones de euros al año y apenas si se han pagado en lo que va de curso el 70% de las asignaciones comprometidas por parte de la Comisión europea).

  El programa Erasmus, acrónimo de siglas en inglés EuRopean Community Action Scheme for the Mobility of University Students,  fue creado en 1987. En estos veinticinco años casi tres millones de alumnos universitarios han estudiado todo o parte de un curso académico en otro país del continente. España es uno de los países que más alumnos envía y a su vez recibe en toda Europa. En un momento como este en que es difícil promocionar la contratación entre el grupo de población más joven, se antoja casi imprescindible mantener la vigencia de un programa que permita a nuestros jóvenes formarse en el exterior y encontrar posibilidades de trabajo fuera de nuestras fronteras.



  
 



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