Llámalo Asbesto
O comúnmente, amianto.
Por más que aisle, no queda en el olvido;
por más que recubra, solo queda al descubierto.
Material de protección, de calidez
es sinónimo de enfermedad, de muerte.
Y ahora es fuente de temor, de miedo.
Amianto,
Ya sea en un vagón de metro en un vertedero incendiado
Se difunde en silencio, imperceptiblemente. No se le ve venir.
Genera un run run que pronto pasa a ser pánico.
Miedo que atenaza y activa, que acongoja y hace correr.
Cuántos amiantos nos rodean y cuantos son colocados ex-profeso.
Pandemias que controlan la mente, panmiedos.
In saecula, saeculorum.
miércoles, 19 de febrero de 2020
viernes, 7 de febrero de 2020
El mago de Lublin
Es este sin duda un libro especial, y es que estamos ante todo ante un libro esencialmente judío; sus descripciones de paisajes, personajes y situaciones dadas, crea una suerte de cuadro costumbrista en donde el lector acaba por emparparse de elementos significativos de la cultura judaica, ya sea por costumbres, celebraciones, actos religiosos o incluso descripciones de platos que se ajustan a los requerimientos de las santas escrituras,( del Kashrut derivado de algunos libros del viejo testamento como el Levítico o el Deuteronomio, partes del conocido como Pentateuco), la conocida como cocina Kosher.
Es además un libro escrito en Yiddish, idioma también conocido como judeo-alemán perteneciente a las comunidades judias asquenazíes, muy hablado en el centro y este de Europa y en América a partir de la emigración de comunidades enteras a lo largo del siglo XIX. El mago de Lublin, (Ed. Debolsillo), es considerado por muchos el libro más importante escrito por esa lengua, por uno de sus hijos, el polaco Isaac Bashevis Singer. El tratamiento de sus textos en esa lengua a través de su obra asi como la duvulgacion de la cultura de su cominidad, fueron óbice para que al autor de Leocín le fuera concedido en Premio Nobel de Literatura de 1978.
Las peripecias de un aspirante a mago convencido de alcanzar el estrellato, incluso más allá de las fronteras de Polonia, cuyo mundo de la farándula siempre está mal visto entre los judíos más ortodoxos, de vida sentimental oscilante y convulsa entre el amor de dos mujeres y cuyo bienestar económico es tan escaso que le invita a pensar en realizar acciones no muy ortodoxas, sirven de hilo argumental para penentrar en el por momentos opaco mundo del culto hebraico fuera y dentro de sus sinagogas, donde las enseñanzas de los libros sagrados a veces parecen dejar poco espacio para el desarrollo humano, siempre supeditado a los preceptos de una ley religiosa y a las indicaciones de los rabinos. Singer crea un atmósfera asfixiante donde el protagonista, constátemente sometido a dudas existenciales, termina por plantearse su vida entera en unos términos donde lo divino y humano se confunden y solapan.
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